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pistolas de agua

En el puerto

Sentado en el puerto, con los pies semidescalzos, cogando hacia la cercana y calido agua del mar, que casi podia tocar con la punta de mis dedos. Encendí un cigarrillo, sintiendo la soledad, por la que nunca que me sentí culpable sino agradecido. 
(...)
Quería ver atardecer, como tantas veces habia hecho, cada día esperaba que fuese distinto, que con el atardecer cambiase algo en mi vida como cambia el sol de un lado a otro del horizonte. No es esperanza, ni menos un deseo, un simple sueño de niño. No sabria que cambiar en mi vida, tal vez nada, tal vez aumentar mi soledad, soledad que llena mi vida, la que a cualquiera le retorceria el alma hasta desolar y a mi me colma de vida.
(...)
No queria hablar con nadie, ni  pensar, simplemente ver atardecer tras atardecer mi reflejo en la rojizas aguas del mar, que parecian en agonia. Agonía causada por el inmenso y debil sol que ocupaba casi todo aquel infinito horizonte, que transpasaría para quedar oculto tras el mar, espejo de mi vida.
(otoño del 98)

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